martes, 20 de diciembre de 2011

No me seas moñas, corazón...


Cuando la profesora de Infantil de mi hermano Jaime se enteró de que estaba estudiando Magisterio, me dijo: "Vente cuando quieras".
Así que un lunes, porque sí, me planté en la fila del cole con mi hermano de la mano, y entramos los dos juntos a clase. La verdad es que mi hermano no se ha andado nunca con muchas contemplaciones, y así como cualquier otro niño habría estado fardando delante de sus compañeros porque su hermana mayor iba con él a su cole, Jaime como si nada, oye.
La cosa es que estuve toda la mañana en la clase de cuatro años viendo cómo empezaban en día, cómo trabajaban, la dinámica de clase... y lo que más me llamó la atención fue el conocido clima de aula. Todo el mundo ha tenido la experiencia de entrar en una sala y notar rápidamente el ambiente o clima: si hay tensión, si hay tranquilidad, si acaba de haber un conflicto, si hay buen rollo y alegría, etc. Pues con las clases (y por increíble que parezca, en Infantil también) pasa lo mismo. Se pueden percibir un montón de cosas sobre el estilo de una maestra en cuanto se pone un pie en su aula. Y a mí me gustó mucho conocer el estilo de esta profesora en acción.
A parte de dejar mucha libertad de acción a los niños a lo largo de sus clases, de ser flexible en los horarios, de observar más el proceso que el resultado, me sorprendió la forma en que hablaba a los pequeños y cómo intentaba que ellos la hablaran a ella.
Una niña se acercó y dijo: "¡Prooooofeeeeee, es que se me ha caído el aguaaaaaaaa...!" con esa voz chillona y lastimera, casi llorona, de los niños pequeños cuando se ponen tontorrones.
Y ella, sin inmutarse, respondió: "Oye, a mi no me hables así ¿eh? ¡Que me da una pena que me muero! A mi háblame como una persona normal, como te hablo yo a ti. Vienes y me dices: 'Mira, Julia, se me ha caído el agua, ¿me ayudas?' y yo voy y te ayudo de mil amores, ¿entendido?"
Y a continuación se volvió y me dijo: "Los niños hablan así porque tantas veces los mismos adultos les hablamos así. Pero en realidad se merecen que les queramos mucho, y por tanto, les tratemos como lo que son: personas".
Esto es querer conseguir que nuestros niños no sean unos moñas redomados. Pues querer a un niño, ser paciente, respetuoso, cariñoso y comprensivo con él no significa hablarle de manera aniñada, afectada o dulzona. Eso más bien le perjudica.
¡Feliz martes, señores!

martes, 13 de diciembre de 2011

A cerrar los libros, señores!!


Hoy voy a hablar de Loris Malaguzzi (1920-1994) por la gran influencia que ha tenido en mi formación y tiene en mi forma de comprender la educación.
Conocido pedagogo italiano y fundador de la propuesta pedagógica de las escuelas de Reggio Emilia, Loris Malaguzzi estudió Magisterio y posteriormente se licenció en Pedagogía y se especializó en Psicología.

El impacto de la II Guerra Mundial le marcó fuertemente y le hizo replantearse el mundo educativo hasta comprender que se podía construir, a través de la educación, una armonía social basada en la convivencia para no repetir jamás las barbaridades del pasado. Afirmaba convencido que “la historia se puede cambiar empezando desde los niños”.
Tras la II Guerra Mundial, Malaguzzi se volvió muy crítico con el sistema educativo vigente en la escuela primaria donde trabajaba y la abandonó para ejercer como guionista, escritor, director teatral y periodista. Después trabajó como psicólogo en un centro de atención a niños con problemas en su ciudad, Reggio Emilia, donde el conflicto bélico había arrasado las escuelas. Por ello los ciudadanos (fundamentalmente mujeres) habían iniciado, a partir de 1945, la reconstrucción de escuelas "con sus propias manos y con los ladrillos de las casas derruidas por los bombardeos", según Hoyuelos.

Lentamente, el enfoque educativo que Malaguzzi quería aplicar fue cuajando y, tras superar muchas dificultades administrativas y burocráticas, el Ayuntamiento de Reggio Emilia fundó en 1963 la primera Escuela Infantil laica para niños de 3 a 6 años y, en 1970, la primera para niños de entre 0 y 3 años.


Loris Malaguzzi fue nombrado en 1963 director de las escuelas municipales de Reggio Emilia, donde desarrolló un amplio trabajo pedagógico hasta jubilarse, en 1985. Después, continuó su labor, hasta su muerte en 1994, divulgándola por todo el mundo mediante viajes, conferencias y una exposición itinerante.

Decía Loris Malaguzzi, en forma provocadora, “para hacer buena educación debemos cerrar los libros de psicología, pedagogía y didáctica”.

Reggio Emilia representa esta inquietud por ahondar en las potencialidades y posibilidades del ser humano. Supone desarrollar el sentido de educar, que se contrapone al sentido de enseñar.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Con los niños, cada día es nuevo


Llevo unos días acordándome de mi primer curso de Magisterio. Fue graciosísimo. La verdad es que no sé por qué elegí estudiar esa carrera. Fue una decisión completamente ciega, pues no tenía ni idea de lo que iba a descubrir unos meses después de realizar mi matrícula.
Mi primer año de carrera supuso para mí un impacto enorme en muchos sentidos:
Por un lado, el cambio radical de la enseñanza en los institutos (aunque ya no tan radical) al modo universitario. Por otro, el conocimiento y el trato diario con gente tan diferente a mí -aunque solo fuese por la cantidad de años que me sacaban algunas de mis compañeras-. Y por último, el hecho que más me marcó: el descubrimiento real del magisterio, el estudio profundo de la infancia y la educación.
El cambio de mi visión de la educación y de mi futura labor docente fue tan radical y me impactó tanto que en mitad de una clase estupenda de una profesora que recordaré siempre, me eché a llorar. No sé muy bien por qué, quizá porque me veía incapaz, no sé. La cosa es que ahí comenzó el cambio.
Después de esto, el resto de años de carrera fue hacer trabajos y más trabajos, o por lo menos así lo recuerdo, aunque internamente yo estaba (y estoy) dando forma a ese pensamiento sobre el tipo de profesora que podría llegar a ser.
Seamos sinceros: todos tenemos los mejores propósitos, ya se sabe que los maestros somos tremendamente idealistas. Pero tantas veces nuestros enemigos somos nosotros mismos, y de repente un día nos descubrimos hablando a un niño como juramos y perjuramos mil veces que jamás hablaríamos. O interfiriendo como auténticas estrellas en una situación de aprendizaje en la que era mejor esperar y observar con atención al verdadero protagonista: el niño.
Por suerte, ya nos avisaron de que sería "DI-FI-CI-LÍ-SI-MO" intervenir sin interferir en el aprendizaje. Pero por suerte también, con los niños cada día es nuevo. Todos los días se vuelve a empezar.


sábado, 10 de diciembre de 2011

¿Qué es la Pedagogía?




Antes de lanzarme a la tarea de publicar sobre Pedagogía (con todo lo que ello conlleva), hay que plantearse algunas cosas.

Todos hemos escuchado alguna vez expresiones como “hay que tener un poco de Pedagogía...” y “los pedagogos recomiendan...”.
Pero, al comenzar a estudiar esta carrera había una pregunta que me rondaba:
En realidad, ¿qué es la Pedagogía?
Porque antes de estudiar algo y por supuesto, antes de empezar a hablar sobre ello, mi padre me enseñó que hay que saber mínimamente qué es lo que vamos a estudiar, qué es eso de lo que vamos a hablar. “Pues para hablar por hablar, mejor quedarse calladitos” le he oído decirme tantas veces.
La palabra pedagogía tiene su origen en el griego antiguo paidagogós. Este término está compuesto por paidos (“niño”) y gogía (“llevar” o “conducir”) y hace referencia al esclavo que llevaba a los niños a la escuela en la antigüedad.
El Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española define a la Pedagogía como la ciencia que se ocupa de la educación y la enseñanza.
Tiene como objetivo proporcionar guías para planificar, ejecutar y evaluar procesos de enseñanza y aprendizaje aprovechando las aportaciones e influencias de diversas ciencias, como la psicología (del desarrollo, personalidad, educativa, social), la sociología, la antropología, la filosofía, la historia y la medicina.
Por tanto, el pedagogo es el experto en educación formal y no formal que investiga la manera de organizar mejor los sistemas y programas educativos, con el objeto de favorecer al máximo el desarrollo de las personas y las sociedades. Esto supone estudiar la educación en todas sus vertientes: escolar, familiar, laboral y social.
Ahí es nada.