miércoles, 6 de marzo de 2013

La "m" con la "a"...

He estado preparando con mucha ilusión este post sobre lectoescritura.
Voy a relatar qué hago yo, día a día durante la semana, en mi empeño por enseñar a leer y escribir a mis canijos de 4 años.

En mi colegio utilizamos un método mixto, global-analítico-sintético (para los entendidos que les interese).

En tres años se les presenta a los niños las letras, empezando por las vocales, y se trabaja durante dos semanas cada letra. 
En cuatro años también se comienza por las vocales, y también se emplean dos semanas por letra, pero sólo durante el primer trimestre. Hacia el segundo trimestre aumentamos el ritmo y ya sólo trabajamos una letra por semana.
Yo les paso a los niños dos veces al día (mañana y tarde) unos bits del abecedario, de elaboración personal. Dichos bits tienen por una cara la minúscula y por la otra la mayúscula de cada letra. También utilizo distintos colores que les ayuda a reconocer cada letra gracias a la memoria fotográfica. Asimismo, cuando les enseño las letras, les digo el nombre de la letra y su sonido con cada una de las vocales. Ej: "Esta letra se llama be, y suena ba, be, bi, bo, bu". Y además, empleamos algo que me pareció muy bueno cuando lo vi por primera vez: apoyamos cada letra y su sonido con un gesto. Así, la "m" suena ma, me, mi, mo, mu y en cada uno de sus sonidos yo me paso la mano por la boca como si me limpiara con una servilleta, y coloco la boca para articular la a/e/i/o/u. Después de dos semanas pasando el abecedario, nombrando cada letra, reproduciendo sus sonidos y sus gestos, al enseñar cada bit se lanzan como locos a nombrarla y a decir cómo suena y cuál es su gesto. Esto ayuda mucho al hacer la lectura individual con cada niño, pues es común que cuando miran una letra, ya sea por inseguridad, porque no se la saben o no se acuerdan, no se lancen a leerla. Entonces, haces el gesto y les sale como un resorte. 
Estos gestos los propuso en el colegio una compañera de Infantil que tuvo que llevar a su hijo al logopeda, el cual los usaba. A ella le pareció una herramienta buenísima no sólo para ayudar en la articulación, sino en el apoyo en la lectura, y así es.
Después de pasar el abecedario, el lunes les anuncio cuál es la "letra invitada" que trabajaremos toda la semana. La cuelgo en una cuerda que tengo en la pizarra, y ahí se quedará los próximos cinco días.

A continuación paso los bits específicos de esa letra, que son veinte: diez imágenes y sus diez palabras, que empiezan por la letra invitada de la semana. Pasamos las imágenes, les enseño las palabras, y cuando va avanzando la semana, leemos las palabras, sílaba a sílaba, apoyándonos con los gestos. Después de pasarlos, les pregunto qué bit colgamos en la cuerda, y cada día eligen uno distinto. Cuelgo la palabra y su imagen. Después de esto les insto a que me digan palabras que empiecen por la letra invitada, y sale de todo: desde las palabras de los bits que acabo de pasar, palabras inventadas, nombres propios... Lo apuntamos en la pizarra, con un color especial para marcar la letra invitada. Y hasta aquí, las rutinas que hacemos todos los días, lunes a viernes. 
Respecto a las rutinas específicas de cada día:

Lunes
Después de hablar sobre la letra, sacar palabras que empiecen por ella y haberla visualizado bien, pasamos a ver el "caminito" de esa letra, que conlleva varias actividades. -- Hago la letra en la cuadrícula de la pizarra y tienen que salir uno a uno a borrarla. 
- Hacemos la letra en el aire. 
- En un folio sin cuadrícula, en grande, les hago la letra de tal manera que con el dedo puedan hacer el camino de la letra invitada. Uno a uno superviso que hagan el caminito, para pasar a hacerlo después con pintura de dedos. Lo colgamos en la cuerda de las obras de arte, y se queda ahí todo el día, por lo que el aula se va inundando de la letra invitada.
- También les dibujo con cera blanda sobre la mesa la letra a trabajar, en mayúscula y minúscula, y deben hacerla con plastilina.





Martes
Toca hacer las letras en las cuadrículas individuales. Hay dos tipos de cuadrículas, unas más largas y estrechas, y otra más cortas y anchas. 
- En las largas y estrechas, los niños deben escribir la letra invitada con rotulador varias veces, dejando un cuadrado intercalado. Les doy una toallita de bebé a cada uno para que puedan corregir si les sale mal. 
- En las cortas y anchas, yo escribo la letra invitada repetidas veces e intercaladas, con cera manley. Ellos deben hacerlas con plastilina, igual que el día anterior sobre la mesa, pero esta vez apoyándose en la acotación viso-espacial de la cuadrícula.




Miércoles y Jueves
El miércoles trabajamos la letra con el libro de grafomotricidad (en el que tienen que repasar la letra punteada y escribirla) y el libro de lectura (en el que tienen que rodear la letra cada vez que la reconozcan en un texto, unir con flechas imágenes con sus palabras...). 
También estos días hacemos juegos de lectura: tiro al suelo todos los bits (los de palabras y los de imágenes) y les digo que salgan uno a uno, que cojan una imagen y busquen entre las palabras la que le corresponde.
Asimismo, estos días también trabajamos por rincones con los puzzles de palabras: les doy un juego de bits de sílabas (la "j" con las cinco vocales, la "m" con las cinco vocales, etc.) y tienen que construir las palabras de los bits de esa semana, que les pongo delante como guía, palabras que se les ocurre, disparates... 

El viernes no hago ninguna actividad específica porque ya están cansados, pero las rutinas de las que hablé en principio se mantienen los cinco días.
Combino todas estas actividades con la lectura individual, casi casi diaria (no siempre me da tiempo a leer con todos los niños todos los días). Ahí veo cómo va cada niño, el grado de asimilación de la letra de la semana, y me adapto al nivel en que está, pues cada uno tiene su ritmo y su maduración. Anoto los avances o retrocesos en una hoja observacional que me sirve de guía para conocer el proceso de cada niño, que es tan importante como el resultado, o más.

De todas formas, no me las voy a dar de nada. No puedo negar que me estreso un montón, que siento tantas veces que no llego, que no me da tiempo, que no sé enseñarles. Aún así sigo cada día, erre que erre (y nunca mejor dicho), con cariño y queriendo planteárselo como algo bonito y divertido, motivándoles, pensando nuevas actividades, cómo complementar, viendo lo que funciona y lo que no, buscando cómo sacar a delante a los más lentos y cómo aprovechar el tirón de los más rápidos, intentando echarle creatividad y amor. Recalculando ruta una y otra vez. 
En junio os contaré si mis niños leen o no.