martes, 26 de febrero de 2013

Reflexiones de una enfurruñada

Que no, que no me ha dado otra pájara y me voy a tirar sin escribir tres meses: llevo una semana preparando una entrada chula que pronto espero publicar.
Mientras tanto, voy a hacer uso de mi cuaderno de bitácora.
Hoy ha sido un día de esos en los que te tirarías por la ventana o repartirías castigos a diestro y siniestro. Los niños vienen asalvajados del fin de semana, "relajaos relajaos" (como dice la profe del comedor).
Da igual lo que yo haya pensado, programado, lo que espere cada mañana cuando llego al colegio. Con 28 fieras de cuatro años no valen las planificaciones, ellos no entienden de proyectos.
Claro, ante esto yo tengo dos opciones: enfadarme como una mona (y no me las voy a dar de santa: lo hago mucho y bien), o respirar y pensar que en realidad son personas, y el trabajo con personas es imprevisible. Cuando se trabaja con cosas, con máquinas, todo tiene una secuencia, se puede esperar cierto orden, y aún así, en algún momento sucede el caos. Pero cuando se trabaja con personas, el riesgo aumenta, y se dispara cuando dichas personas tienen menos de seis años.
Entonces me enfurruño.
Pero pensando pensando, veo que en realidad no merece la pena el enfado. Veo cómo me miran, cómo me imitan. Veo que en el momento de ponerse los abrigos, Santiago se ha acercado a la pizarra y ha leído una de las palabras que había escritas. También veo que no pasa nada por calzarles una buena regañina. Es un equilibrio complicado, muy muy difícil de alcanzar, y voy a ser honesta, sólo lo consigo algunos días en los que se alían los astros. 
Pero no hay que perder la perspectiva: mi objetivo no es que se porten fe-no-me-nal, ni que lean, ni que sumen, ni que bailen. Mi objetivo es que sean personas (o personitas) felices, con vidas plenas. Dicha plenitud supone que adquieran todo lo anterior, y que además sepan comportarse en la sociedad en la que viven, establecer relaciones de manera saludable, sobreponerse, esforzarse, saber ver dónde está lo bueno, lo válido, lo esencial, lo verdadero.
Con estas cavilaciones, me voy a hacer un colacao calentito, que me lo he ganado y mis pobres cuerdas vocales me lo van a agradecer. ¡Feliz martes!

sábado, 16 de febrero de 2013

Belle & Boo

Llevaba tiempo queriendo empezar a hablar sobre "cuentos bonicos" de verdad.
Me pasa bastante que papás que quieren inculcar a los niños el hábito de la lectura se ven un poco saturados y perdidos a la hora de comprar cuentos infantiles. La calidad chino tiene más fuerza de la que pensamos, amigos, y más en lo relacionado con el mundo infantil: muy barato, rápido y fácil, pues "siempre que vas al chino encuentras algo para los niños". Pero hay que tener en cuenta que los niños son esponjas y con todo, absolutamente todo, estamos educando. Por tanto, con los cuentos, los mensajes de las historias, la calidad de las ilustraciones y nuestra relación con todo lo que compramos también educamos.
Por eso, yo defiendo a capa y espada exigir calidad en lo que se compra para los niños, sobre todo si tiene fines lúdicos y de ocio.
Desde aquí voy a hablar sobre cuentos preciosos que me voy encontrando en Internet (Amazon, mi gran amigo), en librerías especializadas, en mis viajes por el mundo... Tengo una colección pequeña que voy a compartir con todo el que le interese.
Hoy os presento a la ilustradora Mandy Sutcliffe, ilustradora y creadora de los personajes Belle & Boo, protagonistas de sus cuentos. Las ilustraciones de esta mujer son maravillosas: elaboradas, cuidadas, dulces, con un toque vintage encantador. Predominan los tonos pastel y las líneas suaves. Estas ilustraciones acompañan a las historias de los cuentos, que son tiernas, sencillas y muy naïf, resaltan el valor de la amistad. Al que quiera darse un paseíto por su página web no quedará defraudado: en ella encuentras los cuentos, láminas, accesorios para fiestas infantiles, los adorables recortables con los que de niña me entretenía durante horas, set de tacitas de té, y tantísimas cosas más... Mire donde mire, me lo quedaría todo.
Respecto a los cuentos, una pena, pero todavía no están traducidos a español. Yo tengo dos, los dos en inglés: Belle & Boo and the Birthday Surprise y Belle & Boo and the Goodnigth Kiss. El tercero, Belle & Boo and the Yummy Scrummy Day está en camino...
Me los llevé a clase y se los conté a los niños en castellano, se morían de la risa. Les encantó. Se los pasé a la teacher y se los leyó en inglés, y les gustó igualmente. Las compañeras se enamoraron de los cuentos según los vieron, algunas me decían que eran tan bonitos que daban ganas de arrancar las páginas, enmarcarlas y decorar el aula con ellas.
Comprobadlo por vosotros mismos:

Continuará...

martes, 12 de febrero de 2013

El sino de la profesora sustituta

La historia de lo mío con este blog es desesperante. Siempre que me propongo publicar con asiduidad, pasa algo que me mantiene incomunicada durante mes y medio.
Aún así, no me rindo y aquí estoy para hablar sobre el sino de la profesora sustituta.
Como ya he comentado, en septiembre empecé como tutora en el aula de 3 años, 1º de Ed. Infantil. Podría invertir entradas y entradas en contaros lo que ha sido el primer trimestre de este curso académico, pero voy a resumir (que no son horas).
El primer mes todo eran llantos, yo afónica, agotada... Los niños se desesperaban, y yo me desesperaba más. Recuerdo una imagen del primer día: en el comedor, un niño soltaba un sollozo entre cucharada y cucharada, ¡¡con una pena!! ¡¡Qué lástima!! Pero seguía comiendo, resignado. Y lo normal era verlos por el patio, andando, con juguetes en la mano, pero sin jugar, sólo lloraban. 
El segundo mes seguían habiendo llantos, pero ya llevábamos un mes de rodaje así que había que pelear por la normalidad. Comenzamos con el proyecto educativo, hicimos los equipos como Dios nos dio a entender (cuatro equipos) y entramos en faena. Yo seguía desesperándome y cantaba sin parar, contaba cuentos, empapelaba el pasillo y los ponía a pintar. Y al mismo tiempo iba aprendiendo tantas cosas de logística de aula, observando a las compañeras y siempre sintiendo que me quedaba atrás. También fue el mes de comenzar con las tutorías, a conocer a las familias, a los padres, a la situación concreta de cada niño... Tuvo su enjundia.
Con Noviembre llegó el amor. Los canijos ya estaban aclimatados al cole, mis adaptaciones "difíciles" ya casi casi lo tenían dominado, conseguí meterme a los padres en el bolsillo (y ellos me metieron en su bolsillo también, no lo puedo negar), cogí mucha confianza con ellos y una vez que tienes confianza les puedes decir casi cualquier cosa. Las tutorías salían como churros, los planes de acción de trabajo con cada niño también. Yo había entrado en dinámica y tuve la grandísima suerte de tener como compañera de la clase de al lado a una profesora excepcional que me ayudó y me enseñó muchísimo. 
Pero llegó Diciembre, el contrato terminó, la profesora a la que sustituía se incorporó y me despedí de la clase, los niños, los padres y las compañeras. Fue duro, aunque no me puedo quejar porque continué en el cole, esta vez haciendo una sustitución en el aula de 4 años, de la que hablaré próximamente. 

 Me dejé la piel con esa clase, para qué negarlo. Era un torbellino de actividad, creatividad, imaginación, trabajo. Pero es mucho más lo que recibí, y que no suene a topicazo. Como pequeña, pequeñísima muestra de ello, os dejo unas imágenes del cuaderno de despedida que me hicieron padres y niños.

Carta de Nando (y papás), complicadito donde los haya, pero que
me robó el corazón.

Carta de Miguel Ángel y Nuria, los encantadores papás de Reyes,
una de mis "adaptaciones difíciles" más difíciles.

Carta de José María (y papás), el claro ejemplo de que todos necesitamos
segundas oportunidades. Y terceras, y cuartas...

Cómo no poner a Rafita, el bombón de 3 años para el que venir al colegio
era un suplicio... Pero verle sonreír era el momentazo del día.
Y ahora, a por cuatro años.